domingo, 27 de mayo de 2012

Armonía Clásica Introducción 13



La Tonalidad en los tres Elementos de la Música.

Esta medida, mal que nos pese, no resulta ser siempre la misma: todos los movimientos que percibimos no pueden ser vinculados a un mismo punto fijo, ni todas las distancias a la misma unidad de medida.
Igualmente en música, cuando se trata sobre todo de una composición un poco larga y compleja, los períodos y las frases que se suceden no se relacionan todas a la misma tónica.
Todas la sucesiones musicales suceptibles de ser vinculadas con una tónica determinada se dice que pertenecen a la misma tonalidad.
La Tonalidad puede entonces estar definida como: el conjunto de fenómenos musicales que la comprensión humana puede apreciar por comparación directa con un fenómeno constante -la tónica- tomada como término invariable de comparación.
La noción de tonalidad es extremadamente sutil, a causa de su carácter subjetivo: la misma varía en efecto, de acuerdo a la educación musical y el grado de perfección de nuestro entendimiento y capacidad de escuchar.
Se aplica entonces a los tres elementos de la música: sería posible que en algunas culturas donde el único carácter musical apreciable es el de la sucesión simétrica de ruidos, la tonalidad, simple unidad de tiempo, sea puramente rítmica.
Las monodías medievales, en las cuales las relaciones entre fórmulas decorativas accesorias y la nota principal se establecen sucesivamente, son concebidas en tonalidades exclusivamente melódicas.
Totalmente otra es nuestra tonalidad contemporánea, basada principalmente sobre la construcción armónica de períodos y de frases, es decir sobre los parentescos o afinidades que existen entre los sonidos, a razón de su resonancia harmónica natural, superior o inferior.
Para nosotros, la tonalidad resulta del valor armónico que atribuimos al acorde, y este valor debe necesariamente establecerse por comparación.
Toda comparación supone al menos dos términos diferentes: el acorde, para convertirse determinante de una tonalidad, debe entonces ser escuchado al menos dos veces, de dos formas diferentes y comparables.
Pero como el acorde queda idéntico a sí mismo mientras está generado en el mismo sentido, o en el mismo modo, por una nota prima determinada, o por sus octavas, hay que cambiar necesariamente esta nota prima, para obtener los dos términos diferentes de comparación, que sirven para establecer el valor armónico del acorde.
La misma razón que ha hecho preferir la relación de quinta a cualquier otra para la génesis de la escala se aplica quí a la génesis de la tonalidad: la quinta siendo el más simple de los intervalos reales (1/3), un sonido cualquiera es más facilmente comparable con su quinta, -aguda o grave-, que con cualquier otro, consecuentemente, la armonía natural de un sonido cualquiera es más facilmente comparable con el de su quinta, aguda o grave, que con cualquier otra.
La puesta en relación, por la emisión sucesiva de un acorde cualquiera con el de su quinta superior o inferior, constituye el mínimo necesario para el establecimiento de una tonalidad.


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