Rol
respesctivo del Armónico 3 (quinta) y del Armónico 5 (tercera) en
la Géniesis de la Escala.
Quedan entonces los armónicos 3 y 5, que, con sus múltiplos, alcanzan a generar,
no solamente el Acorde, sino todos los sonidos de nuestro sistema
musical moderno.
Sin
embargo, la importancia de cada uno de estos dos números es bien
diferente en la génesis de la escala.
Si
hacemos uso de hecho de la relación 5 (tercera mayor), no llegamos
en absoluto a una escala completa.
En
resonancia superior, por ejemplo, la tercera mayor de la tercera
mayor (1/5 de 1/5) es un sonido nuevo (sol #, en relación al do
primario) utilizable en nuestra escala; pero la tercera mayor (si#)
de este último sonido reproduce bastante cerca (menos de tres
vibraciones por ciento por segundo) una octava del sonido primario
do, que nuestro oído no sabría apreciar la diferencia entre estos
dos sonidos.
La
misma operación practicada en la resonancia inferior, es decir de lo
agudo a lo grave, no determinaría tampoco nuevos sonidos.
Encontraríamos los mismos tres sonidos que previamente (mi primo, do
y sol# o lab,) y más allá un fab, prácticamente imposible de
distinguir del mi, octava del sonido primario.
Muy
diferente es el resultado, cuando se opera con la más simple de
todas las relaciones musicales, el número 3, la Quinta.
Tanto
trabajando hacia lo grave como hacia lo agudo, cada quinta nueva (1/3
de la quinta precedente) produce un nuevo sonido, que, por una simple
transposición de octava, viene a tomar lugar en nuestra escala
cromática: es solamente después de haber generado doce sonidos de
esta escala, que reencontramos por la vía de las quintas, el sonido
final (si#, por ejemplo) confundido por nuestro oído con el sonido
primario do, en virtud de esta tolerancia de afinación debida a la
imperfección bien humana de nuestro órgano auditivo.
[Entre
los sonidos obtenidos, sea por la serie de terceras (sol# tercera de
mi, con respecto al do primario, por ejemplo), sea por la serie de
quintas (sib, quinta grave de fa, con respecto a do primo, por
ejemplo) y los sonidos temperados normales, no hay ninguna diferencia
de afinación prácticamente apreciable. Hay solamente una brecha de
cálculo puramente teórico, y sin ningún efecto notable sobre los
mismos sonidos.
Es
bien distinto sin embargo entre estos mismos sonidos temperados y los
de los sonidos armónicos que nuestro oído rechaza, por los motivos
que acabamos de exponer. Sus distancias de afinación son
perfectamente apreciables, y tornarían impracticable una sustitución
de unos por otros.
Podemos
juzgar con el ejemplo siguiente:
En
la octava media afinada con diapasón normal, el sib temperado,
corresponde a un número de vibraciones igual a 460,8 por segundo:
el sib de la serie de quintas difiere solamente por un poco menos de
dos vibraciones, porque es igual a 459.
Este
sib, quinta grave de la quinta grave, respecto del do temperado,
soporta ya dos errores que se suman; la diferencia en esta octava,
entre la quinta temperada y la quinta exacta no llegan a una
vibración por segundo, sobre números que pueden variar entre 250 y
500 vibraciones.
La
observación, incluso la más superficial, de la afinación de
instrumentos de música nos revela alejamientos notablemente más
grandes, ya sea entre dos ejecutantes, tocando o cantando lo más
justo posible, o entre dos notas rigurosamente afinadas entre sí a
la octava o al unísono, sobre instrumentos de afinación fija, como
el piano, el órgano, la flauta, etc. y la limpieza de la ejecución
no se ve perjudicada en lo más mínimo.
El
séptimo armónico al contrario presenta, con respecto al mismo sib
temperado, una diferencia que sobrepasa las ocho vibraciones por
segundo, ya que es igual a 452,6. Es entonces notablemente más bajo,
y ningún oyente toleraría sin protestar un alejamiento de esta
importancia entre dos ejecutantes cualquiera de una orquesta o un
conjunto vocal.
Este
ejemplo, el cual podría aplicarse a todos los sonidos temperados, es
suficiente para reducir a su valor toda una categoría de objeciones
engañosas, elevadas por hábiles teóricos, en nombre de la
exactitud matemática, con el objeto de invalidar ciertos principios
físicos y metafísicos basados en las relaciones de las vibraciones,
y principalmente sobre la ley de quintas.
La
explicación racional de nuestro sistema musical por las doce
quintas, no deja de perdurar como la más satisfactoria, entre todas
la teorías a las cuales ha dado lugar hasta ahora la génesis de
nuestra escala actual.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario