martes, 1 de mayo de 2012

Armonía Clásica Introducción 4


Nociones de Acústica

Las leyes que rigen las relaciones de los sonidos, es decir de las relaciones entre las vibraciones, son del dominio de la ciencia, más específicamente de la acústica.
El estudio de los movimientos vibratorios es una muy vasta de la física: no es necesario ahora involucrarse. De todas maneras es útil exponer brevemente lo que concierne a las vibraciones sonoras.
Todo cuerpo posee en diferentes grados la capacidad de vibrar, es decir que sus moléculas constitutivas, separadas por una causa exterior cualquiera de su punto de equilibrio natural, tienden a volver a través de una serie de oscilaciones de más en más pequeñas de un lado y otro de este punto.
Estas oscilaciones o vibraciones son comparables al movimiento de un péndulo alejado con la mano de su posición vertical y luego soltado.
Las vibraciones sonoras se propagan a través de un medio elástico (el aire, generalmente) que choca con nuestro oído y constituyen el sonido.
Se utilizan para la producción de los sonidos musicales, cuerpos sólidos (metales, madera, cueros) puestos en vibración por la percusión (timbales, piano), o por el frotamiento (instrumentos de arco) o por el pinzamiento (arpas, guitarras), o una columna de aire limitada dentro del interior de un tubo rígido (instrumentos de viento, órgano).
En esta última categoría de instrumentos, no es como a veces se cree, el tubo el que vibra, sino la columna de aire. Esta se comporta sensiblemente como una cuerda tendida entre dos puntos fijos.
Se concibe que la puesta en vibración de esta especie de cuerda aérea no pueda operarse ,mediante los procedimientos utilizados para con los cuerpos sólidos: se obtiene por el soplido, humano o artificial, bajo ciertas condiciones de tensión y de emisión.
Las formas de producción del sonido varían entonces según la naturaleza del cuerpo vibrante, pero los fenómenos sonoros son idénticos.
El número de vibraciones que un cuerpo puede producir en un espacio de tiempo determinado está en relación directa y rigurosamente constante con la acuidad del sonido que resulta. Así, a la cantidad de 435 vibraciones por segundo, por ejemplo, corresponderá siempre un sonido idéntico: el La del diapasón normal, cualesquiera sean la materia vibrante y la intensidad de la emisión.
Todo cuerpo sonoro puede hacer escuchar una infinidad de sonidos de acuidad diferente, sin que sea necesario provocar un cambio en sus dimensiones, su tensión, su temperatura, su densidad, etc…
Sin que ninguna de esas condiciones sea modificada, un cuerpo que vibra aisladamente en toda su extensión hace escuchar un sonido invariable, el más grave de todos los que es capaz de emitir.
Este sonido da nacimiento a todos los otros más agudos, y determina su entonación relativa, en virtud de leyes inmutables sobre las que reposa todo nuestro sistema armónico, como lo veremos por las experiencias siguientes.


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