Ya
que el acorde incorrectamente calificado como menor reproduce en
orden inverso los elementos constitutivos del acorde llamado mayor,
debería ser lo mismo para las escalas correspondientes a las dos
formas.
Nada
es más verdadero: basta en efecto disponer en su orden normal, del
grave al agudo, los sonidos de la escala diatónica, tomando como
punto de partida el sonido primario Do, de la resonancia armónica
superior, y de disponerlas luego inversamente, de lo agudo a lo
grave, partiendo del sonido primario Mi, de la resonancia armónica
inferior, para constatar la perfecta simetría de estas escalas
musicales:
Todos
los elementos de la primera (A), que constituye nuestra escala mayor,
se encuentran en la otra (B), pero en orden inverso.
Estamos
entonces autorizados a considerar esta escala descendente desde el Mi
hasta el Mi como la verdadera escala relativa de la de Do mayor, como
el tipo del modo menor.
Esta
concepción del modo menor no es para nada nueva: un gran número de
monodias antiguas y medievales estaban escritas en este modo. Es
solamente hacia la época del S XVII que, por una falsa aplicación
de las teorías armónicas, que relacionando todo al bajo, se la ha
sustituido con nuestro modo menor actual, con su tipo de escala
híbrida e irregular.
Lo
que para nosotros constituye el Modo, es simplemente el sentido según
el cual se encara el Acorde y su escala correspondiente: dependiendo
de si se toma como punto de partida la nota primaria de la resonancia
superior, o la de la resonancia inferior, el modo será mayor o
menor, para emplear estos términos impropios, que el uso ha
consagrado.
El
Modo, como el Acorde, que brinda sus intervalos característicos, es
entonces único en principio, y susceptible de tomar dos aspectos
diferentes y opuestos.
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