La
Tonalidad en los tres Elementos de la Música.
Esta
medida, mal que nos pese, no resulta ser siempre la misma: todos los
movimientos que percibimos no pueden ser vinculados a un mismo punto
fijo, ni todas las distancias a la misma unidad de medida.
Igualmente
en música, cuando se trata sobre todo de una composición un poco
larga y compleja, los períodos y las frases que se suceden no se
relacionan todas a la misma tónica.
Todas
la sucesiones musicales suceptibles de ser vinculadas con una tónica
determinada se dice que pertenecen a la misma tonalidad.
La
Tonalidad puede entonces estar definida como: el conjunto de
fenómenos musicales que la comprensión humana puede apreciar por
comparación directa con un fenómeno constante -la tónica- tomada
como término invariable de comparación.
La
noción de tonalidad es extremadamente sutil, a causa de su carácter
subjetivo: la misma varía en efecto, de acuerdo a la educación
musical y el grado de perfección de nuestro entendimiento y
capacidad de escuchar.
Se
aplica entonces a los tres elementos de la música: sería posible
que en algunas culturas donde el único carácter musical apreciable
es el de la sucesión simétrica de ruidos, la tonalidad, simple
unidad de tiempo, sea puramente rítmica.
Las
monodías medievales, en las cuales las relaciones entre fórmulas
decorativas accesorias y la nota principal se establecen
sucesivamente, son concebidas en tonalidades exclusivamente
melódicas.
Totalmente
otra es nuestra tonalidad contemporánea, basada principalmente sobre
la construcción armónica de períodos y de frases, es decir sobre
los parentescos o afinidades que existen entre los sonidos, a razón
de su resonancia harmónica natural, superior o inferior.
Para
nosotros, la tonalidad resulta del valor armónico que atribuimos al
acorde, y este valor debe necesariamente establecerse por
comparación.
Toda
comparación supone al menos dos términos diferentes: el acorde,
para convertirse determinante de una tonalidad, debe entonces ser
escuchado al menos dos veces, de dos formas diferentes y comparables.
Pero
como el acorde queda idéntico a sí mismo mientras está generado en
el mismo sentido, o en el mismo modo, por una nota prima determinada,
o por sus octavas, hay que cambiar necesariamente esta nota prima,
para obtener los dos términos diferentes de comparación, que sirven
para establecer el valor armónico del acorde.
La
misma razón que ha hecho preferir la relación de quinta a cualquier
otra para la génesis de la escala se aplica quí a la génesis de la
tonalidad: la quinta siendo el más simple de los intervalos reales
(1/3), un sonido cualquiera es más facilmente comparable con su
quinta, -aguda o grave-, que con cualquier otro, consecuentemente, la
armonía natural de un sonido cualquiera es más facilmente
comparable con el de su quinta, aguda o grave, que con cualquier
otra.
La
puesta en relación, por la emisión sucesiva de un acorde cualquiera
con el de su quinta superior o inferior, constituye el mínimo
necesario para el establecimiento de una tonalidad.
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