Resonancia
Superior – Acorde Mayor
Supongamos,
por ejemplo, que el sonido más grave emitido por una cuerda
convenientemente tensada sea el Do:
esta
cuerda, ejecutando en toda su longitud un número determinado de
vibraciones por segundo, presenta entre sus dos extremidades una
suerte de abultamiento que podemos, exagerando, representarlo de la
manera siguiente:
Es
suficiente con tocarla, incluso muy suavemente, en la mitad de su
longitud, para determinar inmediatamente vibraciones parciales en
cada una de sus mitades, de un lado y del otro del punto tocado. Este
fenómeno, bien conocido por quienes tocan instrumentos de cuerda,
tiene como efecto duplicar el número de vibraciones y de elevar el
sonido emitido una octava:
la
cuerda toma ahora el aspecto siguiente:
y
continúa vibrando en la octava aguda, incluso después de haber
dejado de tocarla en la mitad.
[Una
vez más habría que insistir en el carácter esencialmente natural
de los fenómenos de la resonancia armónica que estamos tratando.
Los
cuerpos sonoros tienen una verdadera predisposición a vibrar
preferentemente en sus partes alícuotas más simples (1/2, 1/3,
etc.) y a hacer escuchar sus armónicos consonantes (octava, quinta,
etc.).
La
mayoría de los instrumentos de viento no producen más que sonidos
armónicos. El órgano sólo utiliza los sonidos fundamentales;
Incluso la emisión de estos sonidos presenta a veces, en los
registros graves, verdaderas complicaciones a los constructores.
En
cuanto a las cuerdas, su propensión a vibra parcialmente es casi
manifiesta. Acabamos de ver que el número de vibraciones de la
octava superior, con respecto al sonido tomado como punto de partida,
es rigurosamente igual al doble. Parecería lógico que el fenómeno
de la octava armónica no pueda realizarse sobre una cuerda tensada
sino por la división en dos partes rigurosamente iguales. La
experiencia demuestra por el contrario que esta división puede
soportar un margen de desplazamiento considerable, sin modificar el
sonido producido.
¿Quién
podría calificar de exacto (en el sentido matemático de la palabra)
la operación que consiste en tocar una cuerda en su parte media con
el espesor de la mano, como lo hacen los arpistas, o con el largo del
dedo, como lo hacen los violinistas, para hacer escuchar la octava
armónica?
La
justeza de los sonidos así emitidos, de alguna manera
automáticamente, proviene entonces sin duda, de un fenómeno
natural, independiente de la dificultad, o mismo de la imposibilidad,
que encontramos en producir los armónicos más elevados, más allá
de un cierto límite variables según los instrumentos.
Siendo
esta suerte de emisión automática impracticable de la misma manera
para los armónicos inferiores, se ha creído poder rechazar su
carácter natural, su existencia e incluso la legitimidad de las
deducciones relativas a lo que se ha convenido en llamar resonancia
inferior. La lectura de lo que sigue al respecto de la resonancia
inferior será suficiente para mostrar el valor de esta objeción.]
La
misma operación puede hacerse también tocando la cuerda en un
tercio de su longitud:
el
número de vibraciones es triplicado; la cuerda suena una quinta
arriba:
el
número de vibraciones es quintuplicado; la cuerda suena a una
tercera mayor:
al sexto de su longitud:
al sexto de su longitud:
el
número de vibraciones es sextuplicado; la cuerda suena a una octava
arriba de la quinta:
Cada uno de estos sonidos continúa, como la primera octava a hacerse escuchar naturalmente, en tanto la cuerda vibre: es el fenómeno conocido con el nombre de resonancia armónica superior.
Cada uno de estos sonidos continúa, como la primera octava a hacerse escuchar naturalmente, en tanto la cuerda vibre: es el fenómeno conocido con el nombre de resonancia armónica superior.
Los
seis primeros sonidos así obtenidos forman, con respecto al sonido
generador, los intervalos de octava, quinta, doble octava, tercera
mayor, octava de la quinta:
Suprimiendo las duplicaciones, se reducen a tres:
de los cuales la emisión simultánea constituye la armonía designada comunmente con el nombre de acorde perfecto mayor.
Resonancia
Inferior – Acorde Menor
Tomemos
ahora una cuerda tal que la sexta parte de su longitud total produzca
un sonido determinado: por ejemplo, el mi agudo,
que caracteriza al acorde mayor engendrado por la experiencia precedente. Es suficiente, lo hemos visto, tocar ligeramente la cuerda en el punto conveniente, para determinar el número de vibraciones correspondientes a este mi, que tomaremos como punto de partida, sin preocuparnos por el resto de la cuerda, en puntillado en la figura que sigue:
[En
esta segunda experiencia, hemos considerado la fracción de cuerda
tomada como punto de partida como igual a 1/6, con la intención de
fijar bien las ideas, y de tornar nuestra demostración más
accesible a quienes estén menos familiarizados con los razonamientos
matemáticos. Es conveniente siempre observar que esta experiencia no
es completamente realizable en las condiciones anteriormente citadas.
Para
obtener la resonancia natural,
en
efecto, es necesario
que la parte que vibra de la cuerda sea al mismo tiempo parte
alícuota, es decir igual a 1/2, 1/3, 1/4, 1/5, 1/6, etc... 1/n.
El
caso se verifica cunado se dobla la longitud tomada como unidad:
1/6 +
1/6 = 2/6 = 1/3, parte alícuota;
y
cuando se la triplica:
1/6 +
1/6 + 1/6 = 1/2, parte alícuota;
pero
ya no se verifica más cuando se cuadruplica:
o
cuando se la quintuplica:
1/6 +
1/6 + 1/6 + 1/6 + 1/6 = 5/6, irreducible.
En
estos últimos dos casos, los armónicos inferiores no pueden
entonces producirse naturalmente, tocando ligeramente la cuerda en el
punto conveniente. Es por esta razón que escogiendo el largo 1/6
como punto de partida, no estamos preocupados por el resto de la
cuerda.
De
todas maneras no habría que concluir que esta segunda experiencia ha
sido hecha por necesidades de la causa y que por eso no se basa en
hechos reales.
Podría
elegirse una curda 10 veces más larga, y tomar como punto de partida
una fracción igual a 1/60, es decir un largo igual al que hemos
tomado, y entonces podría constatarse que el fenómeno de la
resonancia inferior se verifica práctica y naturalmente sobre toda
la extensión de la cuerda.
En
efecto, cada largo correspondiente a un sonido del acorde menor es al
mismo tiempo parte alícuota de la cuerda, a saber:
el
mi, primario .............. = 1/60
el
mi, octava grave .............. = 2/60 = 1/30
el
la, quinta grave .............. = 3/60 = 1/20
el
mi, doble octava grave .............. = 4/60 = 1/15
el
do, tercera mayor grave .............. = 5/60 = 1/12
el
la, octava de la quinta grave .............. = 6/60 = 1/10
Duplicando
el largo de la parte vibrante,
disminuiremos
la mitad del número de vibraciones, y el sonido bajará una octava:
Triplicando
el largo,
el
número de vibraciones descenderá al tercio, y el sonido a la quinta
grave.
Cuadruplicando
el largo,
el
número de vibraciones será del cuarto, y el sonido será la doble
octava grave.
Quintuplicando
el largo,
el
número de vibraciones será del del quinto, y el sonido será la
tercera mayor grave.
Finalmente,
sextuplicando el largo de la cuerda tomada como punto de partida,
el
número de vibraciones, reducido al sexto del primer número,
corresponderá en el grave, a la octava de la quinta.
En
esta segunda experiencia, deberíamos obtener entonces,
sucesivamente, sonidos cada vez más graves, presentando entre ellos
mismos intervalos como en la experiencia precedente, pero a la
inversa: octava, quinta, doble octava, tercera mayor, octava de la
quinta.
Es el
fenómeno de la resonancia harmónica inferior:
Estos
seis se reducen a tres:
los
cuales escuchados en forma simultánea producen la armonía conocida
con el nombre de acorde menor.
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